martes, 15 de octubre de 2013


EL TRIÁNGULO DRAMÁTICO DE Steve Karpman 




Stephen Karpman, especialista del Análisis transaccional y creador del Triángulo Dramático de Karpman: Víctima, victimario y Salvador.

"Ante las diferentes situaciones que se presentan en nuestra vida, existen tres formas de reaccionar, que por naturaleza humana, nos empeñamos en actuar. Rol de víctima, victimario y salvador". 

Tanto en las áreas familiar, ( padres, hijos, pareja etc), social, personal, laboral y/o profesional. Este triangulo de roles o papeles es transformable con tendencia a mutar cuando se es victima, se convierte en algún momento en victimario, y mas tarde según las circunstancias en salvador, o viceversa no guarda ni mantiene un orden especifico, lo verdaderamente importante a resaltar de la triada es que caemos en un circulo vicioso que aparenta no tiene salida y nos estanca en dramas permanentes que se manifiestan una y otra vez en nuestra existencia.

El papel de víctima es sin duda el más común de los tres. Se caracteriza por manipular con culpa, necesita que alguien lo salve, provocan a otros para que los humillen, critiquen y hieran, envían mensajes de estoy indefenso, pobre de mi; las personas nunca van a llenar sus expectativas y siempre están esperando de los otros algo. Es una de las maneras mas contaminantes y desgastantes de asumir la vida y sus circunstancias, la persona que es victima no asume la responsabilidad de su vida por lo tanto no ve salidas, ni soluciones a su situación y le entrega a otros las decisiones de su vida y con ello tener siempre a quien seguir culpando, este estado crea una poderosa adicción, que es fomentada por las otras personas que están en nuestro entorno. “Pobretear” a alguien, es de las actitudes que tienden a perpetuar ese estado de victimización. Fácilmente olvidamos el enorme poder que tienen nuestros decretos hablados.

El papel de verdugo, es el resultado natural del anterior. Generalmente los verdugos surgen a consecuencia de las víctimas, no al revés. A diferencia de la anterior postura, el verdugo casi nunca es consciente de que lo es y cree estar actuando acorde a las circunstancias. La víctima crea al verdugo, al otorgarle poder sobre sí mismo, sea real o voluntario. Un caso de verdugo real, sería un jefe abusivo y sobre-exigente. Un voluntario podría ser la pareja.

El papel de salvador o vengador, es resultado del antagonismo ente los dos anteriores. Es el héroe que se interpone entre el verdugo y la víctima, para salvarla de su yugo. Lamentablemente, el efecto que consigue esta postura es perpetuar el papel de la víctima al no permitirle defenderse por sí mismo. Una de las características más acusadas de este rol, es la condescendencia o una compasión excesiva hacia la víctima.

Estos tres vértices, conforman el área donde el drama cotidiano va escribiendo su historia. Sin embargo, es necesario encontrar las causas de este rasgo de la naturaleza humana. Desde el punto de vista mental, este esquema se basa en la idea de la desigualdad. Si me siento menos o más que las otras personas, por cualquier razón que crea que me sustente tal creencia, mi tendencia natural será adoptar cualquiera de estas tres posturas del paradigma reinante. El pobre que se siente víctima del gobierno que no lo ayuda; el padre que cree que ser brutalmente estricto con sus hijos es por su bien (verdugo); el amigo que se la pasa “confortándome” con frases como, “pobre de ti, como has sufrido. Lo bueno es que no estás solo. Yo siempre estoy acompañándote en tu dolor”.

Desde la perspectiva espiritual, existen dos causas para este comportamiento. La primera es la creencia de que somos seres individuales separados de los demás. No nos queremos dar cuenta que todo lo que hacemos a los demás, en última instancia nos lo estamos haciendo a nosotros mismo, sea positivo o negativo. Todos somos parte de una sola conciencia y de una misma especie. Provenimos del mismo lugar y nuestras almas forman un entramado divino que genera las circunstancias de nuestra existencia.
La otra causa es que hemos olvidado nuestra verdadera naturaleza de seres espirituales con experiencia terrenal. Somos una expresión divina que tiene como funciones conocerse, amar y amarnos y recordar que estamos en el proceso de regresar a la fuente de la cual provenimos.

En última instancia, somos responsables de nuestra propia existencia y mientras más tardemos en comprenderlo, más tardaremos en tomar las riendas de nuestra vida. Siempre procuremos rodearnos de personas que comprendan que somos responsables de nuestras circunstancias y que nos permitan tratarlas del mismo modo.

En lugar de ser la víctima, el verdugo o el salvador, ¿por qué mejor no convertirnos en los arquitectos de nuestro propio destino?" Asumamos responsablemente nuestra vida, un papel o rol que verdaderamente nos potencializa, nos permite salir de nuestras propias limitaciones y tener una visión flexible y abierta frente a las circunstancias, con total aceptación pero con gran intención de cambio, recuerda siempre si yo lo cree, también lo puedo cambiar y esto solo se da cuando asumimos 100% la responsabilidad de nuestra vida!

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